"Cuando voy a dormir cierro los ojos y sueño con el color de un país florecido para mí." Canción del jardinero, María Elena Walsh
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lunes, 28 de junio de 2010

Cuarto con ventana al mar... -Yo te absuelvo

Capítulo I


Un olor acre inunda el ambiente, el crepitar del aceite ha crecido cuando dos dedos humanos caen en ella para comenzar a ser fritos. Con letra prolija, Carlos Fuentes anota en su libro de cocina.
* ACEITE DOS CUCHARADAS
* CEBOLLA PICADA FINA UNA
* TOMILLO
* OREGANO
Revuelve la mezcla con cuchara de madera, gira sobre sí y habla a sus comensales:
- Qué agradable es cocinar y más cuando los invitados parecen hambrientos! Lanza una carcajada, nivela el fuego de la hornalla para luego sentarse a la mesa.
Con delicadeza acomoda la cabeza que cortó, ubicándola sobre el respaldo de la silla. Frente a ese extraño “comensal”, el oficial de policía Alberto Herrera tiene la boca amordazada, está completamente atado a su silla y semiinconsciente por el golpe. De reojo alcanza a ver la estola púrpura del cura Ochoa y la sotana negra.
Fuentes levanta la vista y dirigiéndose Ochoa dice:
- Te acordás cuando en Oriente cociné con esas hierbas especiales? Qué delicia!- se levanta y acerca hasta la cocina - Una pena no conseguirlas acá - prueba la salsa, agrega perejil picado y vuelve a anotar en la receta. - Me sorprendieron sus ganas de saber, oficial, pero como dice el dicho...- prueba una vez más la comida, chasquea los labios - Le falta sal... Ah! perdón: "Curiosity killed the cat". Usted no estaba en mis planes, sin embargo, debo agradecer su presencia, no siempre tengo huéspedes tan amables. Qué ha traído de bebida?
Herrera insulta aunque sus palabras no fluyen, hace gestos para tratar desatarse.
- Oficial, oficial - dice Fuentes con un tono bondadoso - Su sangre será mejor que cualquier vino.
Saca un estilete del cajón, se persigna y entra directo en la garganta del hombre. Con precisión coloca una cánula mientras los últimos estertores de Herrera se suceden, deja la sangre fluir en un copón dorado.
- Permiso, voy a higienizarme - dice en voz alta, al tiempo que apaga la hornalla.
Antes de abandonar el cuarto hace la genuflexión ante la imagen de la última cena, réplica de mediocre calidad, el padre Ochoa musita:
- Perdónalo, no sabe lo que hace.
- No es hora para débiles - arremete Fuentes que ha escuchado el murmullo.
El timbre lo alerta, aunque no cerró la iglesia todavía, es una hora demasiado alta para visitas. Las voces se mezclan, órdenes de Fuentes y súplicas del cura.
- Ya vuelvo.
- No tardes.
- Ha de ser...
- Una molestia, sin dudas.
Parado frente al espejo, Ocho acomoda su atuendo, emprolija el cabello y con paso rápido se adentra en el pasillo que separa sus habitaciones de la sacristía. Los pasos se multiplican haciendo eco en el vacío.
- Padre Ochoa, perdón por la hora.
- Siempre se es bienvenido en la casa del Señor, Clara. Pase por favor.
- Necesito confesarme.
- La escucho.
- Padre, tiene usted sangre en la nariz, se encuentra bien?
El cura busca una explicación sencilla que lo haga salir del paso.
- Estaba cocinando, ha de ser jugo de tomate.
Sin más, Clara confiesa sus nimios pecados, Ochoa prácticamente no la escucha, esa mujer siempre es un fastidio, él tiene asuntos más importantes en qué pensar... Interrumpe:
- A qué hora viene mañana el camión del corralón?
La mujer, descolocada, atina a decir:
- Cómo?... A las 9.30... Igual que siempre, calculo...
- Es que me regalaron un jabalí, acabo de trozarlo y quisiera darle los restos a los perros de don Juárez, tiene muchos, pobre hombre, vive prácticamente de la caridad, bastante buena obra hace manteniendo a los animales, yo pensé que mal no le vendrán algunos huesos y a lo mejor el camión me puede hacer la gauchada, le queda de paso... Perdón, Clara, continúe, olvide lo que le dije.
- Tiene carne para dar? Podría dársela al orfanato...
Ochoa se sacude, aprieta los ojos, siente que no puede controlarse.
- Algo más, Clara?
- No.
_ Seis padrenuestros, dos ave marías y un yo pecador. Yo te bendigo en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo.
Clara abandona la iglesia y por primera vez en su vida, gustosa de hacerlo, el sacerdote ha interrumpido su confesión, y para colmo, con una pregunta tan fuera de lugar, inadmisible.

- Deberías haberla traído, es carne vieja pero se puede macerar.
- Por favor - contesta Ochoa al comentario de Fuentes.
- Recuerdo aquel viejo de hace unos años, qué bien salieron esos pies con el oporto y los tomates agridulces!
Ochoa frunce la boca, Fuentes da inicio a la bacanal. Bebe un largo sorbo de sangre, hinca el diente en los dedos fritos, sus mandíbulas trabajan a destajo royendo la carne hasta dejar los huesos pelados. Será una larga noche, debe trozar el cuerpo de Herrera, separar lo que no utilizará, deshacerse de la ropa -no puede adjuntarla a las donaciones-. Luego frizará manos, sexo, vísceras, algún glúteo, todo lo que se pueda comer. Tampoco debe olvidar de sazonar la cabeza que ya se ha descongelado, exquisito manjar para el fin de semana.

3 comentarios:

  1. Uffff , que historia , mira que me gusta el suspenso perooooo , bueno , impactante.
    Saludito
    Cris//mujeresdesincuentay

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  2. Me hizo recordar a Hannibal Lecter... comièndose los sesos de su vìctima. Muy bueno chicos, un relato con osadìa. Saluditos, Graciela.

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  3. ¡¡Gluupp!!
    Impresionante.
    Muy bien escrito, pero me dejo sin palabras.
    mariarosa

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Despensa

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Cuarto de Regalos

Para Jeve y Ruma

Para ti, que escribres...

Broten las palabras de tu espíritu al papel

y dejen huella

de tal modo que permanezcan vivas, eternas en la roca testimonio de tu luz

y fuego en la luz de las estrellas.

Rodolfo Piay
http://visionesdeojosabiertos.blogspot.com/
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