Lo que me llama la atención es el poco tránsito en la avenida. Desde la ventana de mi oficina puedo ver el cemento. Pasa un auto por minuto. Hay silencio en una ciudad que a esta hora debería arder entre bocinas, motores y gente. Ese es otro detalle que me alerta, la gente, no llevan ropa acorde al clima. Es pleno verano y veo mujeres luciendo tapados de piel, hombres con gamulanes, niños llevando gorros y bufandas. La ventana está a mi derecha. A la izquierda, la cama sin hacer. Eso no es extraño, jamás la hago, yo, al menos.
Este silencio de ahí afuera me da mucho temor. En los árboles del parque –cruzando la calle- ni siquiera están los pájaros de siempre. Hasta el viento parece haber desaparecido, ese que conozco tan bien porque arremolina las hojas y las deja en el alféizar de la ventana, algunas cruzan las rejas; yo las colecciono, él lo sabe, por eso las deja allí, me basta con estirar la mano.
Decido que es hora de comer, necesito buscar un bar. Me pregunto si estarán abiertos en este día tan extraño. Salgo a la vereda y me recibe un sol inclemente, el tránsito hecho un caos, le gente con ropa liviana... Un policía –no sé de dónde vino y no tiene el uniforme correspondiente- me corta el paso. Necesito comer algo, le digo. Señala hacia los árboles del parque, el comedor queda por el otro pasillo, responde. El pasillo es infinitamente largo y estrecho, con todas las puertas cerradas. La única abierta avisa el final, es una suerte, he caminado mucho, el hambre me encierra –es cómplice-. Llego al comedor y veo a otros como yo, quizá se hayan perdido antes, también. Quiero contarles de este día distinto pero están tan absortos en sus propias cosas que no me atrevo a interrumpir. Alicia, la asistente, se acerca con una bandeja. Tengo hambre, le comento, ella sonríe, aún no es hora de almorzar, me alcanza un vaso y una pastilla. La de media mañana, dice.®
Jeve y Ruma
Bueno, me ha causado algo de miedo primitivo.
ResponderEliminarDijo Laura Restrepo:” Cierto, papá , que uno es loco por dentro?”...
ResponderEliminarbesosdementes
Y bueno, a veces hace falta tomar la pastillita. jaja
ResponderEliminarMuy bueno y entretenido.
Les dejo saludos navideños y un chin chin con el mate.
Abrazo
¡Wawww...!!
ResponderEliminarMuy bueno.
debe ser que de eso que le pasa a tu protagoonista, todos tenemos un poco.saludos.
mariarosa
Ay, qué susto...! Ya estaba creyendo que era yo la que se había olvidado de tomar la pastilla!
ResponderEliminar;-)
Gracias por visitar Ajo y Agua!
Un poco perdidos
ResponderEliminarsi que a veces se
encuentra uno.
Mil besos
Interesante relato. Deja algunas puertitas abiertas para que el lector proyecte sus cosas. Me gustó, tiene muy buen tono y el final adecuado.
ResponderEliminarChicos, les deseo lo mejor para el 2011. Un abrazo fuerte.
Propia descripción del mundo,hecha desde el interior de un mundo especial,el de antes de la pastilla de la media mañana.Quizas ése sea el verdadero mundo del personaje.
ResponderEliminarQué lindo, chicos! Me mató. Y la verdad, es susceptible de aplicarse a tantos encierros en vida...
ResponderEliminarMe encanta el blog, todavía lo estoy explorando. Saludos y nos estamos leyendo!!
LA locura tiene sus ribetes cotideanos, como todo en la vida.
ResponderEliminarUno se acostumbra a vivirla como una vida normal.
que buen mundo el de los locos.., de él todos vivimos un poco, un placer!!! Nana.
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