"Cuando voy a dormir cierro los ojos y sueño con el color de un país florecido para mí." Canción del jardinero, María Elena Walsh
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viernes, 14 de enero de 2011

Cuarto de Prosa -Pétalos

No sé por qué Susana trajo estas flores horribles. Son las mismas que mi madre utilizaba –eternamente- para adornar la casa donde me crié. La diferencia es que allá crecían en el jardín, yo debo comprarlas. Es mi culpa no haberle dicho a Susana que cualquier flor menos éstas. La solución es fácil: no las miraré. Nunca me doy lugar a la nostalgia o la incomodidad. 


Es extraño, lo único que me acerca al recuerdo de mi madre son las flores. Sus aromas, colores, texturas. En la casa había ramos hasta en los rincones, todavía escucho su voz diciendo que “las flores alegran en lugar”. Es una estupidez pero yo también lo hago, aunque con un solo florero; hace años que lo sé: todo lo muerto se cubre con flores, la alegría también.


A Mauricio no le interesa que haya flores, le es indiferente, si fuera por él, podría colocar un hipopótamo en ese florero solo y no se daría cuenta. Como de muchas otras cosas. O sí, pero lo mismo que con las flores, no le interesa. Su lema es que mientras los sucesos no interfieran en su vida, carecen de importancia. Original concepto de la paz personal, casi un sinónimo de egoísmo.


Llevo 10 años junto a Mauricio. Tengo 36.
Me urgía cazar a alguien y casarme. Pero ese alguien no podía ser cualquiera, nunca estuve dispuesta al fregadero ni a los críos. Por suerte encontré a la presa.
El secreto es mantener al hombre satisfecho, aseguraba mi abuela. Pensé que era el colmo del ridículo, pero en mi caso tuvo razón. O Mauricio es tan simple como el diseño de una servilleta. No tengo problemas con él, una cocinera satisface su apetito alimentario y del otro me ocupo con esmero. Hago mi trabajo sin excepciones cuatro veces por semana –pautamos esa cantidad-. Jamás una actitud de desgano, una mala cara, una excusa barata. El asco me lo desprendo con un buen baño de inmersión y pétalos de rosa. Son excelentes para el relax, además de aromáticos. Incitar el sentido del olfato es importante. Los pétalos de rosa –rojos- también me traen recuerdos de la infancia, escenas. Muchos pétalos en la bañera enorme, en el piso…


Mauricio tampoco me ama, pero aún no lo sabe. No soy un suceso que interfiera en su vida.


Esta noche G viene a cenar. Es su amigo y mi amante. O algo así.
Cuando lo conocí –cuatro años atrás- también había venido a cenar. No dejamos de observarnos. Supongo que Mauricio se dio cuenta, pero, como siempre, se hizo el desentendido. G me cruzó en el pasillo, camino al toilette. Me arrinconó, sin disimulo levantó mi pollera y metió una mano entre mis piernas. Estás mojada, putita, murmuró. Desde la sala principal llegaba el aroma a fresias, música y la voz de Mauricio invitándonos una copa.


La semana siguiente, a las tres de la tarde, toqué la puerta del departamento de G. Abrió, me tomó del pelo y de un envión me encontré de rodillas visitando su bragueta. Esforzate, eh, ordenó. Imbécil, como si no supiera qué hacer. Mientras yo trabajaba dijo dos o tres frases; supe que ninguna parte de mi cuerpo se salvaría. Tampoco importaba. Nunca una actitud de desgano. De reojo pude ver su jardín. Estaba lleno de gladiolos. Preciosos.
Sentí en la garganta el calor viscoso y disimulé la arcada cuanto pude. Sonrió y me dio un cachetazo: puta, lo harás tantas veces hasta que te acostumbres y vos misma me lo pidas. No contesté, no estaba segura de que él estuviera equivocado. La cama olía a jazmines. Olió durante tres horas o más. Perdí la noción del tiempo. Mejor así. G es de los especímenes que componen las excepciones de las reglas.
Qué buen amigo que sos, me escuché decir. La hiena que guardaba en sus venas rió sin misericordia. Justo vos me venís con frases moraloides. Además de puta, hipócrita. Y volvió a reír. ¿Por qué estás con él? Ah, si supiera. Le di la respuesta de manual: porque es mi marido. Sos una puta con alianza, muy bien. G se cree que con estos calificativos me lastima, o al menos me debilita. Pobre diablo, no deja de ser un instrumento, como todos los demás.
Después de una ducha con jabón de azahar de ciruela, mi piel recuperó su lozanía, la fragancia me hizo sentir contenta. Antes de irme, corté dos gladiolos. Eso pareció disgustarlo, tienen olor a mierda, comentó. Sería bueno aleccionarlo sobre cómo disfrazar las sensaciones. No se dicen estas cosas, así, a boca floja. Queda feo. Mi madre se encargó de que no olvidara esto cuando la descubrí en la bañera, cubierta de pétalos rojos. Apenas pude ver la silueta a su lado. Nunca se abre una puerta sin antes golpear. Lo mismo con las sensaciones, deben pedir permiso.


G me traerá gladiolos, como cada vez que viene, es un código compartido. He logrado extraer algo de su parte humana. Cenaremos entre risas, la pasamos bien los tres. A veces, y aunque no corresponda el día, termino trabajando con Mauricio. Creo que de puro tranquila que me siento. Pero hoy no será así: estas flores me quitaron el sosiego. Las odio. Por supuesto las dejaré allí, simplemente llevaré la vista hacia otro lado. Son indignas de mis ojos. El olor que despiden está asfixiándome, imposible esto; será una noche donde tendré que explotar mis aptitudes más de lo usual. No importa. Nunca mala cara. Haré una excepción y diré en voz baja –nadie más que yo podrá escuchar-, que huelen a mierda. Las que están en este florero solo. Los gladiolos que traerá G. Todas las flores huelen a mierda para mí. Lo supe el mismo día en que la silueta salió de la bañera y yo debí arrodillarme por primera vez en el piso cubierto de pétalos, sabiendo que ninguna parte de mi cuerpo se salvaría. ®



Jeve. 

11 comentarios:

  1. Excelente texto.

    Y muy fuerte.

    Cuantas vidas, hay asì. Bien escrito.

    un abrazo.

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  2. Hola Jeve y Ruma: vengo a agradecerles vuestro paso por mi blog y a fascinarme con sus textos. Este, especialmente, es imponente. Fuerte, denso, terrible, pero maravillosamente escrito. Saudos y los sigo.

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  3. Muy bueno, Jeve. Comparto lo que dice Javier.

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  4. "Todo lo muerto se cubre con flores", excelente frase, Jésica, qué textito este. Me hizo recordar a Elfriede Jelinek y su libro llamado "Deseo" en que acusa esa forma en que se objetiza a la mujer en lo referente al sexo, esa manera ¿social? de convertirla en mero objeto del placer. Ese es un libro brutal te cuento, no lo disfruté, es como que estos temas piden pocas páginas, o será que generan resistencia al lector.
    Algunos hombres creen que las mujeres no son sexualmente libres, entonces se encargan de imponerles la libertad sexual.
    ¡A dónde se habrá visto una libertad impuesta, quién sabe!
    En fin, es un texto para reflexionar eh. Yo soy de las que piensa que, de común acuerdo, todo está permitido. Pero también soy de las que piensan que cuando algo es impuesto no hay común acuerdo.
    Un saludo, y bien tratado el tema, profundo de tema.

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  5. Muy bueno. La escritura y la fuerza de la historia. Que terrible tener que llegar a esa forma de ver la vida.
    Que terrible no poder disfrutar más de una flor.
    Beso.

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  6. Hola Jeve, una historia magistralmente narrada, una galería de miserias humanas expuestas por una pluma genial! muy muy buena!
    besos

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  7. Entre parrafos, se puede respirar, la miseria de la vida, mañas, silencios, conveniencias, psicoanalisis, obsesiones, placer, diplomacia... muchas cosas, menos flores.
    Exelente texto!

    Un gran saludo!

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  8. Jeve, este relato me parece magistralmente narrado. Nos muestra el matiz oscuro que tienen ciertas relaciones, desde su lado màs perverso, de sometimiento y rendiciòn.
    Cala hondo... llega adonde tiene que llegar.
    Y a mi tampoco me gustan los gladiolos...
    Un abrazo, Gracielaer

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  9. Muy buen cuento Jeve. Una historia que en realidad es la de muchas mujeres.

    Un saludo.

    mariarosa

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  10. Ya conocía este denso relato.
    Como la primera vez, me hizo desconfiar de las flores.

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Despensa

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Cuarto de Regalos

Para Jeve y Ruma

Para ti, que escribres...

Broten las palabras de tu espíritu al papel

y dejen huella

de tal modo que permanezcan vivas, eternas en la roca testimonio de tu luz

y fuego en la luz de las estrellas.

Rodolfo Piay
http://visionesdeojosabiertos.blogspot.com/
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