Las lunas chinas no pueden ser iguales a las nuestras, tienen un color distinto, una voz mas fría. Brillan sobre incomprensibles signos, en cielos lejanos, descansan en collages de humo dulce. Ellas no guardan secreto alguno, y confiesan sus deseos a los oídos de un ángel de ojos rasgados y alas de seda y mar. Sueñan con ser inmortales, o vivir en casitas con techos a dos aguas, o con contemplar al mundo desde la cima de las montañas. Hay una que está enamorada de un árbol de los bosques del sur, y otra que hace el amor, con el viento, en los jardines otoñales. Mientras la vida se les va, pasean su belleza para los pocos capaces de verlas. Las lunas chinas van a morir en lagos de plata y sus cuerpos descansan en cajitas de cañas, que ellas mismas fueron pintando en sus últimos días. La gente del pueblo llora la muerte de cada una, realizan ceremonias con antorchas que encienden las estrellas; y durante siete noches seguida, el cielo no tiene luna. ®
Una ensoñación limitada solo por la sensación y el deseo de ser como una hojita en el viento bajo el influjo dulce de esas lunas chinas, queda como una amorosa añoranza al llegar al punto final de lo leído. Muy bello.
Oww que cosa mas linda n_____n
ResponderEliminar¡¡¡Qué sitio maravilloso!!! Gracias por haberme invitado a conocerlo!!!
ResponderEliminaralmalen
Una ensoñación limitada solo por la sensación y el deseo de ser como una hojita en el viento bajo el influjo dulce de esas lunas chinas, queda como una amorosa añoranza al llegar al punto final de lo leído.
ResponderEliminarMuy bello.
Soñado el relato.Precioso.Ana
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