Anoche soñé con los eucaliptos que vimos en el bosque, te acordás, Marzo? Dije que siempre me habían gustado y respondiste que te entristecían porque parecían crecer con dolor.
Entonces vi sus ramas extendiéndose retorcidas, el color claro –casi piel- de la madera, las vetas oscuras. Brazos famélicos de apego buscando otros.
Tengo brazos de eucalipto. Desde el primer recuerdo están como esas ramas.
Supongo que habrá una tan fuerte como ilógica razón para esto, aunque debe ser muy vieja y no es bueno hurgar en los rincones llenos de telarañas. También –estoy segura- habrá otros eucaliptos como yo.
Qué hacer entonces, cuando los brazos rodean y sienten que jamás es suficiente, no alcanza, no alcanza; terminan sosteniendo, nada más. Uno se resigna, aprende a vivir así, aunque en esa esquina íntima y conocida, espera ser digno del abrazo. Un encuentro: un abrazo. Sublimación de emociones.
Si esto sucede reverdecemos, la piel enrojece de alegría, el sol deja de ser sólo una estrella, las ramas se nos llenan de pájaros. Entendés ahora? La tibieza del otro, necesaria; la sonrisa desde adentro. El abrazo te enseña a sonreír sin mueca.
Ayer soñé con los eucaliptos, Marzo, yo era uno de ellos.
Bajé apenas una rama y acaricié tu rostro. Debés haber sentido esa caricia, porque alzaste la vista:
_... a mí me dan algo de tristeza, pareciera que crecen con dolor...
Quizá tengas razón y crezcan de ese modo; quién puede decir que no es verdad, querido mío.
Creo que moriré esperando ser encontrada, con mis ramas de eucalipto extendidas como brazos. ®
Jeve
es para analizar... me encantó!!!
ResponderEliminarY quién no crece con dolor siendo persona. Pero si, para crecer, casi no tenemos otro camino. Y bien me gustaría que lo hubiera. Así que, no más, me aplico en el intento de no abonar a los demás con sufrimientos extras.
ResponderEliminarEscribe usted muy bien, señora, y me ha gustado mucho su artículo.
Me mataste, Jeve. Hermoso. "El abrazo te enseña a sonreir sin mueca". Bueno, pero muy bueno.
ResponderEliminarY sí, uno se muere esperando ser encontrado...
Ser y soñar que somos... aprendernos a partir de reflejarnos en lo que nos rodea... los textos dejan un sabor a abrazo interminable... y leerte es un modo de alcanzar esa caricia... a la sombra de un deseo: el reencuentro.
ResponderEliminarAbrazos... curan, sanan, restauran.
ResponderEliminarUn beso y por supuesto... un abrazo!
bello,muy poetico.Todos crecemos con dolor.La imagen de los brazos como ramas excelente.
ResponderEliminarGracias Jeve.
Shosha
Jeve: ¡que texto!
ResponderEliminarCala hondo, ¿quién no se ha sentido así? pobre de caricias, ansiando un abrazo. Un beso.
¡¡Muy bueno!
Ale
Que buen texto, me dejo sin palabras. Dicen las leyendas que si nos abrazmos a los árboles, ellos nos dan fuerza, vitalidad, tu historia me lo recordó.
ResponderEliminar¡¡Muy bello jeve!!
mariarosa
Jeve, precioso texto; algunas imágenes son estupendas. Te marco una cosita -espero no te moleste- ten cuidado con los signos de interrogación y/o exlamación, recuerda que en castellano abren y cierran la oración: ¿te acordás, Marzo?
ResponderEliminarSaludos
Hubo un tiempo hoy lejano que me hizo recordar he identificado con extractos de tu narrativa, uff toco la fibra sensible, te dejo un cálido abrazo.
ResponderEliminarAyyyyyyyyy, pasa si que pasa, muchas más veces de lo deseado a lo largo de la vida, una perlita, plcer pasar.
ResponderEliminarAntes no abrazaba, me pasé la vida sin experimentar esa sensación de contenerlo al otro.
ResponderEliminarTrato en lo posible de no perder mas abrazos.
No se cuantos me quedan