"Cuando voy a dormir cierro los ojos y sueño con el color de un país florecido para mí." Canción del jardinero, María Elena Walsh
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martes, 16 de noviembre de 2010

Cuarto de Prosa - La fila

A vos te gusta caminar por la ciudad cuando está casi desierta. Evitás andar en horas de madrugada, preferís disfrutar del paseo los domingos bien temprano, sabiendo que hay pocos dispuestos a trajinar cualquier calle.
Antes de iniciar esa caminata, te demorás en el bar Martínez para tomar café con canela y acompañado por torta de manzana (tan convencido estás de que no existe otro lugar donde hagan algo más delicioso). Luego, con paso sereno, recorrés la avenida hasta el río. Habitualmente a las once horas te encontrás regresando hasta tu hogar. Como en cada caminata, realizás el trayecto de ida por la vereda donde están ubicados cines y teatros (en la opuesta crecen librerías y otros negocios) y aprovechás para ver las carteleras aun cuando la obra o película que se ofrezca sea de dudoso buen gusto. Prestás atención a los afiches deteniéndote en detalles como dirección y actores, memorizando el horario de función muy a pesar de que jamás asistís a ellas. Es habitual que te topes con algún empleado de maestranza barriendo las veredas o repintando marquesinas. Esas ocasiones no son agradables pero están lejos de incomodar como las multitudes
Sin embargo, este domingo hubo un hecho que alteró tu cómoda rutina. Tal vez lo que sucedió podría ser algo mínimo para muchos, como también fácil de solucionar para la mayoría: hallaste en la puerta contigua al cine Biarritz una fila de ocho personas –contaste dos veces con absoluto disimulo– de diferentes edades, todas paradas ordenadamente. Un poco por pudor y otro por elegancia decidiste no detenerte en aquella cartelera, pero esa gente allí convocó tu completa curiosidad. Ralentizaste el paso a fin de poder escuchar algún comentario que pudiera darte una pista sobre el motivo de esas presencias. Más allá de alguna tos entrecortada, o uno que otro resoplido, nada obtuviste. Estabas a punto de abandonar la vereda del cine-teatro cuando alcanzaste a ver que se abría una puerta. Tu primera reacción fue agacharte para atar los cordones de los zapatos y de esa manera observar quién se asomaba. Apareció allí un hombre corpulento, cabeza grande, pelo muy corto y movimientos robóticos, llevaba un audífono blanco en su oído izquierdo y lucía traje negro. Consideraste tiempo suficiente el perdido en el falso atado de calzado y, para evitar sospechas o ser acusado de chismoso, continuaste tu camino.
A medida que te alejabas la duda iba comiendo tus pasos. Esa gente ahí, aguardando, cada cual con su gesto, sin comunicarse unos con otros, el grandote asomando por la puerta vidriada. En un día común esto no resultaría raro, pero este domingo todo se volvía extraño. Apenas hiciste unos metros cuando decidiste volver, la llegada al río tendría esperar, algo te empujaba hasta esa fila humana. A pocos metros del Biarritz los pensamientos más absurdos se mezclaron, sospechas absolutamente inverosímiles: un complot para burlarse de vos, una broma para el primer incauto en caer, o tal vez la verdad era sencilla: Un acontecimiento importante estaba sucediendo y vos lo ignorabas.
Decidiste que no preguntarías abiertamente el motivo por el cual estaban allí, deberías ser sutil para obtener esa información. Ya ingresado bajo la marquesina observaste tres personas más sumadas a la fila. El último era un hombre de pelo corto, edad mediana, barba de tres días. Te acercaste para consultar:
- ¿Esta es la fila para…? –no terminaste de preguntar.
- Sí –fue mi respuesta y sonó como una excusa para sacarte y librarme de la obligación de hablar.
Te acomodaste dispuesto a esperar, alineaste tus pies a los míos. Alguien tocó tu hombro, giraste teniendo una sola respuesta para dar a cualquier pregunta.
- ¿Usted es el último?
- Sí, ésta es la fila –dijiste.
El hombre se acomodó atrás tuyo, tan manso como vos, tan ignorante como todos nosotros.®

Ruma

11 comentarios:

  1. Es una buena descripciòn del fenòmeno de la masificaciòn.

    Donde vas, Vicente?

    Donde va la gente.


    Buen texto.

    Un abrazo.

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  2. Y así nos alineamos.
    Muy bueno. Una historia que dice muchísimas cosas.
    Un beso.

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  3. Vamos tras la manada , como salirse y dejar de ser el de la fila , dificil pero no imposible.
    Salidito
    Cris//mujeresdesincuentay

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  4. No es solo masificación, es soledad, es destino, es desocupación, es sin sentido de la vida.

    Debe ser muchas cosas más.

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  5. Somos así, muy parecidos a tu personaje.
    Como siempre, felicitaciones, leerlos es un aprendizaje, no se si me explico, leerlos es descubrir la forma de escribir y hacer que el lector se interese.
    En este caso la felicitación es para Marcelo, generalmente los dos son excelentes escritores.

    mariarosa

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  6. Qué final tan inquietante. La vida misma es una cola de espera a la que hay que acomodarse nomás, qué se le va a hacer.
    Buen relato, Ruma. Saludos a ambos.

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  7. Uff, cuantas veces sucede eso de acomodarse sin saber siquiera para que. Com siemprte grato placer! Nana.

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  8. Hola, bello blog, preciosas entradas,te encontré en un blog común, si te gusta la poesía te invito al mio,será un placer,es,
    http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
    muchas gracias, pasa buen sábado tarde,besos

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  9. Hola, gracias por tus palabras por tu generosidad, he regresado para quedarme, dónde mejor...? pasa buena noche, besos.

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  10. Pinceladas nuestras en tu relato. Asì somos. Asì funcionamos. Aunque coincido tambièn con las apreciaciones de Abulorio. Por eso està muy bien escogido el dìa... el mejor escenario posible para esta historia es un domingo, cuando salen a ventilarse las soledades y el ocio entre muchas otras variantes.
    Muy bueno!!

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Cuarto de Regalos

Para Jeve y Ruma

Para ti, que escribres...

Broten las palabras de tu espíritu al papel

y dejen huella

de tal modo que permanezcan vivas, eternas en la roca testimonio de tu luz

y fuego en la luz de las estrellas.

Rodolfo Piay
http://visionesdeojosabiertos.blogspot.com/
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