Desnuda sobre la arena, brilla su piel al sol. Está cómoda. El calor le gusta, la adormece. Si no fuera porque pronto llegará la hora del almuerzo, podría pasar allí el día, alejada de todos, reina absoluta de esa playa. No la perturba el ruido, sabe de dónde viene: en la otra orilla, algunas personas. No la ven, mejor así, aunque no los conozca le desagradan, no es afecta a socializar.
No piensa, sólo disfruta del colchón de polvo de piedra, mullido y discreto. El sol está demasiado prepotente. Con lentitud, sensual como es, entra en el río. El agua parece mansa, pero está lejos de serlo, un remolino sorpresivo parece jugar con su cuerpo. Deja que la abrace la corriente, está tranquila y acostumbrada, no le importa; tampoco el grito, tantas veces escuchado y nunca comprendido, de quienes –como ahora- la ven mientras se deja llevar por el agua.
-¡Yarará! ¡Yarará! ®
(Yarará, serpiente de gran porte, una de las más venenosas en Argentina)
Jeve
Muy bueno.¡Yo podría ser uno de los que gritan!
ResponderEliminarY a su vez, que empatía con la yarará que me provocó este cuento.
Besos.
Bien escrito.
ResponderEliminarVivì tres años en el Chaco.
No te imaginas, que feo es ver la huella que dejan en la arena (unas ondulaciones) en los lugares por lo que tu pasas.
Un abrazo.
Me remontó a cuentos de la selva, esta vez con tu impronta y tu manejo del suspenso en esta brevedad que asombra por la calidad del texto! abrazosinondulaciones
ResponderEliminarMe encantó, Jesica, parece una leyenda (si lo es no me mates por la ignorancia)
ResponderEliminarMe gustan las fotos que subís ahí al costado. Lindas las cotorras, acá se llenó de cotorras, se comen los frutos apenas asomados a las plantas, los tiran abajo, por eso mucho no las quiere la gente. Yo tampoco mucho, cuando era chica agarré una, ¡¡no sabía que picaban tan fuerte!!
Muy bueno , yo ni nombrarlas puedo , medan pavura.
ResponderEliminarSaludito
Cris//mujeresdesincuentay
Meterse en la piel de una yararà y narrar asì, con simpleza, brevedad y excelencia, merece que te felicite!! Aparte, aplaudo tu originalidad, si bien leì a Horacio Quiroga y tu relato me trajo brisas selvàticas. Pero èste es tuyo, y muy bueno
ResponderEliminarUn beso,
Graciela
Jeve que buen relato. Esa yayará mata sólo con la mirada.
ResponderEliminarme gustó, no imaginaba lo que era.
Saludos.
mariarosa
Muy bueno, Jeve; aunque he de confesar que el leer la nota aclaratoria al final, ¡me mató la sorpresa de la revelación! Rayos.
ResponderEliminarSaludos.
Me gustó lo del "sol prepotente". Muy bueno el relato. Y las fotos...
ResponderEliminarEn el texto le das un perfil cálido y sensual,lo que justifica la sensación casi cutánea que sentí cuando comprobé que se trataba de una víbora.Quizás haya jugado algo de esa fobia universal hacia las víboras (que comparten con las armas blancas)Me gustó mucho
ResponderEliminarUps!! en pocas palabras tanto contenido!!, placer, como siempre, grato placer!!! Nana.
ResponderEliminarQue buen relato. Jeve, es un placer leerte.
ResponderEliminarAlejandro
Aunque no hubiera visto el nombre Yararà a pie de pàgina, habría adivinado que se trataba de una serpiente. La descripción de "esto" que se arrastra perezoso al rigor del sol, es absolutamente elocuente. ¡Me gustó muchísimo! Seguimos en contacto.
ResponderEliminarCarmen Nani