Luego de mis insistentes reclamos para constatar los hechos in situ, nos dirigimos al cementerio de Litsbury. Llegamos a la medianoche. El profesor Vandelroy, que conducía el carromato, ayudó a mi mujer a bajar por el lado derecho mientras yo me lanzaba con desesperación por el opuesto. Los caballos estaban algo nerviosos pero no tanto como nosotros
Vandelroy encendió un farol y avanzamos hasta el alto portón; hurgó en la cerradura y entramos. La niebla espesa hacía a la noche cerrada. Mi mujer, con visibles rasgos de angustia ante la situación, echó mano a la chalina que llevaba y se arropó, caminar entre tantas tumbas daba frío.
Por un momento pensé que el profesor había equivocado el camino, parecía desorientado entre los pasillos. Quise preguntarle si necesitaba mi ayuda como guía, pero sabiendo que a él le hubiese desagradado mi intervención preferí no hacerlo. Cruzamos las tumbas de algunos vecinos no tan ilustres. No nos detuvimos en ninguna de ellas; quedamos frente al panteón familiar. En medio del silencio Vandelroy empujó la puerta y los tres nos precipitamos dentro. Las maderas del piso crujieron, el profesor encendió las dos antorchas de la cripta y de entre sus ropas sacó una barra de hierro con la que abrió la tapa del cajón nuevo. Un fuerte olor impregnó el ambiente. Para mi sorpresa, dentro del féretro estaba yo, más muerto de lo que creía. ®
Ruma
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Despensa
Cuarto de Regalos
Para Jeve y Ruma
Para ti, que escribres...
Broten las palabras de tu espíritu al papel
y dejen huella
de tal modo que permanezcan vivas, eternas en la roca testimonio de tu luz
y fuego en la luz de las estrellas.
http://visionesdeojosabiertos.blogspot.com/
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¿Cómo se puede estar tan fuera de la realidad y ser el último en enterarse?
ResponderEliminarWOWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW aterrador... encantadorrrrrrrr
ResponderEliminarMe he quedado sin palabras.
ResponderEliminarBesos.
Ruma, dentro de lo terrorífico y buena ambientación de tu relato se esconde una triste realidad. Me refiero a los individuos que hoy día viven muertos sin la necesidad de acercarse al cementerio para comprobarlo.
ResponderEliminarBuen finde y saludos también para Jeve.
Borgiano, Ruma. Y muy bueno.
ResponderEliminarQuede plenamente, gustosamente, atrapada !!!
ResponderEliminarun cálido abrazo y multitudinarios BRAVO!!
Pensándolo de nuevo, me retracto. Aterrizaron en mi aplastada mente los relatos de Edgar (Poe, claro está) y, me parece, allí instalo este buen relato. De nuevo mi felicitaciones.
ResponderEliminarTodas y cada una de las veces en que acudo callado a visitarles,me encuentro con la conmoción,la ternura,el talento,la imaginación,....no me alcanza ni el espacio ni el tiempo para expresarlo todo.
ResponderEliminarNuevamente gracias.
¡¡Que bueno!!
ResponderEliminarUn final sorprendente en un relato que es un placer leer.
mariarosa
Impecable relato y un final estupendo.Veo con agrado que esta casa cada dísa esta mas bella y muy cuidada por sus dueños,los felicito.
ResponderEliminarshosha
Que bien te cae el misterio. Muy buena historia.
ResponderEliminarAlejandro
Hayyyyyyyy,cuantos muertos habrá que deben confirmarlo yendo a su propia sepultura!
ResponderEliminarEX- CE- LEN- TEEEEE!!!
Muy bien escrito. Pero el final, es demasiado para el cuerpo. Je je.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bastante simple y remanido no sé que es lo que tanto elogian. Parece una redacción de quinto grado, tema: El Cementerio
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