"Cuando voy a dormir cierro los ojos y sueño con el color de un país florecido para mí." Canción del jardinero, María Elena Walsh
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viernes, 5 de marzo de 2010

Animals - Cuarto de Prosa

ANIMALS


Cuando empezamos con el trabajo jamás pensamos que terminaríamos así, de esta manera tan poco humana. Es cierto que uno nunca coincide plenamente con el final de las historias, apenas abriga alguna leve idea o cultiva sombras de posibilidades, pero seguro que ninguno imaginó tamaño fin.

La crisis económica era tan profunda que el municipio se vio obligado a vender los animales del zoológico, y como reemplazo decidió convocar a los desocupados para hacerse cargo del rol de animal salvaje. Los que conseguimos ocupar las vacantes debíamos presentarnos todos los días a las ocho de la mañana, colocarnos el disfraz de animal que nos tocaba interpretar y ubicarnos en las jaulas hasta las diecinueve horas, momento en que el último visitante dejaba el zoo. La jaula de los leones, donde me tocó desarrollar mi trabajo, era una de las más amplias, una suerte de foso con jardines, algunas rocas y las jaulas empotradas en la pared. Lo que empezó como una tarea aburrida: estar tirado al sol, caminar de tanto en tanto, espantar moscas con el rabo, un rugido de vez en cuando para llamar la atención de los visitantes, se fue tornando cada vez más tensa. Al no pago del salario de la primera quincena por trabajar como animal, se sumó la escasez de alimentos. Nuestros estómagos crujían, sólo el primer día hubo un trozo de carne en el almuerzo, luego nada. Decidimos no irnos a casa y quedarnos en las jaulas, como una forma de reclamo. Allí, en el foso, en la noche, oliendo a león, a estiércol, rugiéndonos unos a otros, lanzándonos dentelladas y empellones para defender nuestros territorios. Cada vez más fieros, más salvajes, más leones. Durante el día los visitantes arrojaban galletas duras. Por las noches el viento traía el olor de las cabras vecinas, de los conejos indefensos, de las gacelas en celo, de los bueyes cansados. Demasiados manjares para bestias tan hambrientas. Entre los cuatro leones organizamos la cacería. Fue en la medianoche, bajo la luna silenciosa; caímos sobre las cabras y las gacelas, hubo ruido de pezuñas tartamudeando en la tierra, olor a sangre, gritos de horror, y hasta un “socorro” se oyó, palabra incomprensible para bestias como nosotros.

El amanecer nos atrapó con las fauces teñidas de rojo y algunos arañazos en el lomo. Nos sentíamos, por fin, animales a pleno, dueños de todo, los reyes de aquella jungla fabricada. Rugimos de orgullo, peleamos entre nosotros para mostrar quién era más valiente, orinamos marcando territorio, nos revolcamos en la tierra.

Nunca volvimos a recordar que habíamos sido humanos alguna vez, y a nadie le importó.

®
RUMA

10 comentarios:

  1. Me quede pensando...¿qué somos en realidad?
    Creo que tu historia nos desnuda el alma.
    No se porque asocie tu cuento a los saqueos en Chile.
    Un saludo.

    Alejandro

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  2. Interesante alegoría de la realidad. Por cierto, a nadie le importa nuestro tránsito a la animalidad, salvo a algunos pocos.

    Abrazo

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  3. Encuentro una gran belleza en tus post siempre, es un placer acercarse a tu delicado espacio.

    Gracias por compartirlo.

    Cálido abrazo.

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  4. terrible relato que pone de manifiesto nuestras mayores miserias, como siempre placer pasar!Nana.

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  5. Un relato Bestial!...
    De como el ser Humano involuciona hacia una brutal miseria espiritual.
    Recuerdo a José Saramago en su Ensayo sobre la ceguera.
    Abrazo amiga

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  6. Siento interés y admiración por el mundo animal. Suele servirme de parámetro vivo para realizar comparaciones en relación a las características y condiciones de vida de ambas especies, la de los animales y la nuestra (no menos animal que la primera). Pero tu escrito, Ruma, produce una especie de espanto. Un irresistible deseo de poner mayor distancia con aquel mundo. Supongo que se me pasará.
    Un abrazo (y otro a Jeve).

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  7. Pues me parece que hay humanos que van de cacería teniendo el estómago lleno, como aquellos que incumplieron lo prometido a quienes acorralados por el hambre y la sed vistieron el traje de las fieras.

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  8. Así somos los humanos, guardamos un bestia que cuando sale no hay quien la detenga, buen relato saquemos las miserias, y demos paso al ser mas integro.


    Besos

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  9. Ruma un cuento excelente, creo que es el mejor o, al menos, el más potente que te he leído.

    Saludos.

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  10. ¡Qué interesante relato!!! Diría que extraordinario. Estoy maravillada paseando por su blog y cada cosa que encuentro me agrada más y más. Un abrazo inmenso que los abarque a ambos!

    sinartenohayvida.blogspot.com

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Cuarto de Regalos

Para Jeve y Ruma

Para ti, que escribres...

Broten las palabras de tu espíritu al papel

y dejen huella

de tal modo que permanezcan vivas, eternas en la roca testimonio de tu luz

y fuego en la luz de las estrellas.

Rodolfo Piay
http://visionesdeojosabiertos.blogspot.com/
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