Introducción:
Otra vez. Aunque lo niegue, es evidente que se siente cómodo en este lugar. Maestro lo conoce bien y sabe que son sólo caprichos, por eso ya no lo envuelve –cuando debe entregarlo- en papel de seda, como corresponde. Este afán de protagonismo nos causa gracia –de ninguna manera es responsabilidad de Maestro que él regrese-, lo comprendemos, lo consentimos quizá; es joven, apenas tiene cincuenta años, comparado conmigo es nada más que un giro de cuerda y creo que exagero. Pero este visitante frecuente no es el motivo de la historia, así que lo dejaré de lado, que de él se ocupe Maestro.
¡Si sabremos del tiempo Maestro y yo! También sabemos que él debería descansar, los tic-tac de su corazón no están rítmicos, algún engranaje habrá comenzado a funcionar mal, eso sucede por el desgaste y llega un momento en que ya no hay reparación; lo peor: tampoco repuesto. Se debe aceptar la realidad, cuando la máquina dice basta, respetar su decisión. Eso pasó conmigo. Maestro no me lo perdonó, siempre repite que se olvidó de mí. Lo repite tan seguido, una vez cada media hora, mientras alza la vista para lanzarme esas miradas de balacera por detrás del cuadrante de sus lentes. Bien sabe que no soy su fracaso, soy nada más que una máquina cansada aceptando –no como él- que llegó el momento de detención. Puede que haya sido un error, pero ya no hay más cuerda, un poco más de trescientos años me parecen suficientes ¿verdad?
Si tienen ganas –el tiempo aquí es un sinónimo- me gustaría contarles sobre algunos acontecimientos de los que he sido testigo, por ejemplo, la noche en que Claude Tisserant llegó sigiloso, creyendo que todos en la casa dormían… ®
Continúa
Continúa
Jeve y Ruma
Que loco el tiempo, cuantas letras se le han dedicado.... disfrute mucho d estas.
ResponderEliminarCAriños!
Me gusta.
ResponderEliminarMe dio pena la resignaciòn del reloj. Sabio, pero emotivo.
Un abrazo.
Me perdí un poquito en la introduccion, confieso.
ResponderEliminarMe has hecho pensar en los relojes..especialmente en los antiguos, ser el tiempo mismo y mudo, testigo y complice de tantos sucesos..Siempre me impresionan los relojes que se detuvieron en una hora especial, de quien sabe que año, y quien sabe en que momento de que vidas.
Abrazos por dos, gracias por visitarme.
¡Ay, qué tristeza la del reloj cansado...!
ResponderEliminarAmo los relojes , de hecho tengo una hermosa colección ( hermosa para mí , no por su valor), cuando alguno se para , por falta de Pilas , muchas veces he pensado , se Cansó , tengo que reponerle las Energías , quizás porque no me resulta sencillo aceptar que un día , no halla mas cuerda o pilas.
ResponderEliminarSaludito
Cris//mujeresdesincuentay
Bueno, esto parece la introducción a otras historias. Comenzó muy bien con un viejo relog que recuerda y cuenta...me gusta.
ResponderEliminarBesos.
mariarosa
Hola Chicos!!!:
ResponderEliminarMe alegro de que estemos en contacto. Gracias por seguir mi blog. Yo también sigo el vuestro. Por cierto, para hacerse seguidor de vuestro blog, ¿dónde hay que registrarse?
Besos,
L.Fraga.
Han tocado uno de esos temas que me atrapan: el tiempo, pero debo reconocer que me quedé con ganas de más. Espero que el reloj se apresure para ver qué sucede con este historia.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Humberto.
Interesante comienzo. Las reflexiones de la máquina cansada, se parecen a las definiciones sobre la edad de las personas. Espero...
ResponderEliminarAlejandro
Bueno, veremos donde nos lleva esta introducción.
ResponderEliminarEsto promete. Apuesto todo a ello.
ResponderEliminarEngranajes que se van desgastando, y en esa pausa invountaria, el tiempo deja lugar al recuerdo. Me hizo acordar a "La Casa# de Mujica Lainez. Interesante, nos quedamos esperando, vaya a saber en qué tiempo. Saludos.
ResponderEliminarBueno, a ver esas historias de tiempos y relojes.Prometen.
ResponderEliminarPrometedor relato., lo seguiré atenta!!! Nana.
ResponderEliminar